Ha pasado casi un año desde aquel memorable fatídico día.
Quería convencerme. No era capaz de asumir que ya todo había terminado. Me costaba. Dos horas más tarde, abatido, tuve que resignarme.
¿Por qué a mí? Fue la primera pregunta trágica que hice.
No sé exactamente qué fue lo que sentí en ese momento. No tenía pena, ni tristeza, ni angustia. Tenía la mente en blanco, quizás un cruce de sentimientos (así se le suele llamar? a lo "feeling"?).
¿Díficil superarlo? Claro que fue difícil. Pero como bien dicen: "Lo que no te mata, te hace fuerte" (memorable frase que hasta el día de hoy lo tengo bien en cuenta).
Esos desamores de la vida...¿quién no ha sufrido alguna vez?
¿Es que acaso X tenía razón? Claro! y mucha razón. Estaba en lo cierto. Ya no había compatibilidad (en realidad nunca lo hubo). Se había vuelto rutinario, monótono, aburrido. Ya no había el mismo interés que al principio demostraba. Buscaba "n" excusas para discutir. No me sentía a gusto. Me fastidiaba todo.
En conclusión: me había vuelto tan egoísta que solo pensaba en mí. Ya no me importaba. Dejó de importarme, ¿desde cuándo? no lo sé. No estaba preparado para tener una relación... [al menos] así no.
Fue reconfortante saber que no era el primero ni el único que había pasado por esto.
Gracias a ese inesperado suceso, aprendí a ser fuerte, a tener más confianza en mí mismo: Aprendí a quererme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario